21.3.07

Día 4 // Domingo

Hammy, la ardilla
Nos levantamos.. y llovía!.. Montevideo estaba re-gris y entre eso y la poca plata que nos quedaba, decidimos refugiarnos en el hostel. Desayunamos fuerte y echamos mano a una carpeta con dvd´s y para matar el tiempo pusimos: "Vecinos Invasores". Nos cagamos de risa mal pero no pudimos esquivar el "hambror", así que salimos y nos gastamos unos últimos pesos en una milanga con fritas. Hicimos tiempo, la lluvia no paraba, tuvimos una reunión con un contacto del mundo del cine, le mostramos lo que hicimos, hacemos y haríamos y nos fuimos volando en un taxi porque....

Todo lo que debía haber permanecido oculto.. se manifiesta!

Llegamos y nos dijeron que el Unheimlich inauguraba la tanda de cortos extranjeros en competencia, así que ni lentos ni perezosos presentamos el corto (mientras atrás nuestro brillaba el logo de Spock! con las tres caruchas) y sorteamos unas cuantas copias que habíamos llevado. Entre risas y aplausos dimos paso a la tanda de cortos que tuvo un muy buen nivel. Los cortos que participaban eran los siguientes:

Anastasia (Dimitris Apostolou, 2004) Grecia, Después de recién (Ignacio Laxalde, Bernardo Frances, 2004) Argentina, Ella o yo (Sebastián Franco, 2004) Argentina, Escarnio (Raúl Cerezo, 2004) España, Graveless (Christian Ray, 2005) Estados Unidos, La canción de Ana (Enrique Stavron, 2005) Argentina, La plaza (Gastón Inaui, 2005) Argentina, Noticias de la invasión (Cristian Sabaz, 2005) Argentina, Séptimo piso (Federico Peretti, 2006) Argentina, The Painter of Nosferatu (Gjorgi Kakashevski, 2005) Macedonia, Una y otra vez (Gabriel Crieco, 2005) Argentina, Unheimlich (Pablo Baltera, 2006) Argentina

Ese día tambien se proyecto en el festival:
"La gran guerra de los Yokai" del gran Takashi Miike (Japón) y "En silencio" de Francisco Javier Millán (España). Terminada la ultima función nos encontramos con Isabel y Ale, nos prometimos volver a vernos, nos agradecimos y nos despedimos con un fuerte abrazo.


Nosotros hicimos tiempo hasta las dos de la matina y ahi agarramos el micro que nos llevaría a Colonia. Ahi en estado de somnolencia abordamos el barquito que nos trajo hasta la costa argentina. Taxi. Casa. Y cansados, con sueño, manteníamos una gran sonrisa porque estos cuatro días habían servido (y mucho).

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